Voy a dejarme caer de otra noche a partir de mañana,
esta es la última que ocupa todo el espacio disponible de mis derrotas.
No has cerrado la herida y la sangre sigue despierta.
Hay una cucaracha bailando sobre mis ojos y me da la vida que solo yo entiendo.
Me queda tanto por aprender que voy a apagar las luces para irme a la cama despacio,
un pie tras otro, un llanto tras otro, un mordisco al aire tras otro.
Tú seguirás dejando entrar a todas las mariposas sin alas a tu cueva,
ojalá salvarlas,
sé que acabarán por tararearte una canción en los oídos mientras duermes para después salir huyendo a pie,
todas lo hacen, no les falta razón ni valor y mucho menos, culpa.
Ahora me dejo dormir yo en una noche que amenaza frío de verano,
en la que amarme con la intensidad de un fuego que solo me quema a mí.
No quiero que vengas porque
aún tengo las manos manchadas del vino que posaste en ellas con las pocas palabras que te quedaron en la boca vacía.
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