rabia

“A ver si un día te vuelves murmullo de alguien que no recuerdo.”

Elena Alonso

Me enfado conmigo porque abro las ventanas y entras sin aviso, en pedazos henchidos de soberbia.

Tengo las heridas tan grandes que te ríes, pero te da igual, esto lo has vivido tantas veces que explotas una penúltima vez, mujer.

Fuego en la vida, la herida, la herida que se corrompe y escuece.

No tengo piel, se ha caído, y cuando toco mi carne para cerciorarme que sí, que las manos siguen regalándome momentos de salvación ininterrumpida, duele, duele tanto que ya no sé si quiero saltar por esa ventana o atravesarla con un suspiro.

Me miro, deseo amarme como se ama a lo que aparece de golpe y hace un nudo en la garganta, mas se duermen las emociones de autoestima, de azúcar en los sueños, de continuar así, de esta manera.

La última vez me llamaron loca y es su culpa. He quemado las bocas de todos los que dicen que estoy loca, no, no lo estoy. Tengo las esquinas de mi cuerpo cubiertas de locura, por lo tanto, SOY una loca, ME siento una loca, amanezco en una locura que sabe a mí.

Los labios de la locura me hacen pensar que voy a encontrar ese fragmento de mí que he perdido, que jamás ha estado conmigo, lo reconoceré enseguida que aparezca, es la mitad, de la mitad de mi final.

Y ahora… voy a tener que matarme por dentro, sacar este rojo incendio de las entrañas y entregarlo al aire para que vuele lejos…

… rabia, rabia, RABIA.

Estoy obligada a mecerla entre mis manos porque es lo más puro que me habéis hecho sentir, voy a instalarme en la rabia hasta que la espuma de la bilis salga por la boca de una vez.

Morder las sábanas de la soledad, enjabonarme las heridas de la soledad, despojarme de mí para alcanzar la soledad.

… rabia, rabia, cada vez más RABIA.

Voy a quedarme dormida entre mis pestañas mojadas para soñar con que, de repente, se está haciendo demasiado temprano para empezar.

Queda mucho camino, mucho veneno y vendrán otros ojos que aceptarán, otras libretas que rellenar con esta crueldad que se me ha asignado, pero que atiendo como a un bebé indefenso entre mis brazos.