Me pongo una tirita y ya no consiento, la herida no ha de oxigenarse, ni ha de respirar, ha de morir, pudrirse, gangrenarse, romperse, infectarse, enloquecer.
Como tú antes de mí.
Como tú durante yo.
Como tú después de un nosotros que llegó tan tarde.
Como tú cayendo por un agujero tan grande como el vacío repleto de tus miedos.
Intentas que mude la piel hacia tu recuerdo y
vomito cada uno de tus cuadros por el sumidero que se lleva mis gritos.
¿Qué posibilidades hay de que vuelvas y yo esté tumbada, a la espera, a la espera?
Ninguna, te advierto, la araña que me dejaste y yo nos hemos hecho amigas.
Tomamos vino y naranjas ácidas para reír y darnos un bofetón en la boca de vuelta.
Tu lengua era el camino exacto entre el todo y la perdición hacia lo infinito.
Sí, también llevo un tatuaje con forma de infinito y dos iniciales en él.
Una de ellas es la tuya, pero no te pertenece, la casualidad tiene las alas muy finas,
el nombre de mi padre comienza por tu primera letra y me rompo el pecho de la alegría cada vez que me come el huracán del ansia por pensarte.
No, no voy a mudar la piel.
Se queda manchada, agrietada, arrugada y secada a la luna.
La espera es un acto de fe y yo, no creo en ti.
Comments